Ellos han caminado junto a nosotros en las alegrías y tristezas de nuestra fe. Han bautizado a nuestros hijos, unido a nuestras familias en matrimonio, consolado en momentos de dolor y llevado el cuerpo de Cristo a nuestras manos. Nuestros sacerdotes ancianos y enfermos, quienes hoy pertenecen a la Fraterna Asistencia Sacerdotal de Aguascalientes (FASA), son los mismos que un día entregaron su vida para servir a la Iglesia y a cada uno de nosotros. Ahora, son ellos quienes necesitan nuestro cuidado, nuestra gratitud y nuestra generosidad.
El Papa Francisco nos invita constantemente a no olvidar a quienes han sido instrumentos del amor de Dios:
«El sacerdote no se pertenece, sino que está al servicio del pueblo de Dios» (Homilía, 2014).
Hoy más que nunca, nuestros pastores mayores son un recordatorio vivo de lo que significa entregarse totalmente a Dios, confiando en que la comunidad les acompañará en sus últimos años.
Apoyar a FASA no es un acto de caridad común, es una oportunidad de justicia y amor cristiano. No ayudamos a una persona por quién es, sino por lo que representa: un hombre que ha sido “otro Cristo” en la tierra. Al cuidar de ellos, reconocemos que nuestra fe se ha alimentado gracias a su trabajo silencioso y su testimonio inquebrantable.
El Papa Francisco nos ha recordado que la vejez no es una enfermedad, sino un regalo:
«Los ancianos son la reserva de la sabiduría de nuestro pueblo. Una Iglesia que olvida a sus ancianos se encierra en sí misma y no tiene futuro» (Catequesis sobre la vejez, 2022).
Al apoyar a nuestros sacerdotes ancianos y enfermos, aseguramos que ese tesoro de sabiduría y fe siga vivo entre nosotros.
FASA es mucho más que un organismo de asistencia; es el corazón de nuestra diócesis latiendo al ritmo de la gratitud. A través de nuestras oraciones y donativos, mostramos que la Iglesia no abandona a quienes han dado todo por ella. Cada pequeño sacrificio que hacemos se convierte en un puente hacia el cielo, porque como dijo Jesús: “Todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, por mí lo hicieron” (Mt 25,40).
Te invitamos a ser parte de este hermoso acto de amor. No dejemos que la fragilidad física o la enfermedad eclipse la grandeza de su misión. Cuidemos de nuestros sacerdotes como ellos cuidaron de nosotros, y juntos construyamos una Iglesia donde la fraternidad sea el rostro visible del Reino de Dios.
¡Apoyemos a FASA! Que nuestra gratitud sea el eco de su incansable «sí» al llamado de Cristo.