VICARÍA EPISCOPAL DE LA VIDA CONSAGRADA.

La vida consagrada, como un don de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu, tiene sus raíces en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor quien vivió virgen, pobre y obediente. Estos rasgos son visibles en el mundo a través de hombres y mujeres que son llamados por Jesús a vivir este estilo de vida en la Iglesia como personas consagradas a Dios al servicio de los demás.

A lo largo de los siglos nunca han faltado hombres y mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han elegido este camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con corazón « indiviso » (cf. 1 Co 7, 34). También ellos, como los Apóstoles, han dejado todo para estar con Él y ponerse, como Él, al servicio de Dios y de los hermanos. De este modo han contribuido a manifestar el misterio y la misión de la Iglesia con los múltiples carismas de vida espiritual y apostólica que les distribuía el Espíritu Santo, y por ello han cooperado también a renovar la sociedad.

El fundamento evangélico de la vida consagrada se debe buscar en la especial relación que Jesús, en su vida terrena, estableció con algunos de sus discípulos, invitándoles no sólo a acoger el Reino de Dios en la propia vida, sino a poner la propia existencia al servicio de esta causa, dejando todo e imitando de cerca su forma de vida.

Tal existencia « cristiforme », propuesta a tantos bautizados a lo largo de la historia, es posible sólo desde una especial vocación y gracias a un don peculiar del Espíritu. En efecto, en ella la consagración bautismal los lleva a una respuesta radical en el seguimiento de Cristo mediante la adopción de los consejos evangélicos.

Este don del Espíritu Santo a lo largo de los siglos, ha enriquecido a la Iglesia por medio de los numerosos fundadores y fundadoras, a través de múltiples carismas puestos al servicio de los hermanos, preferentemente los más pobres.

Para el Papa Francisco, la vida consagrada no debía limitarse a la repetición de formas pasadas, sino que debía ser una respuesta viva y creativa a los desafíos del mundo actual. En la Exhortación Gaudete et exsultate, el Papa Francisco interpelaba a dejarse estimular por los signos de santidad que el Señor presenta a través de los más humildes miembros del pueblo que participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad.

La vida consagrada en la diócesis de Aguascalientes está integrada por mujeres y hombres que pertenecen a institutos religiosos de vida apostólica y contemplativa, vírgenes consagradas, institutos seculares de vida apostólica.

Esta Iglesia particular, se ve enriquecida con la multiplicidad de carismas de estos institutos que, sostenidos por la oración de religiosas contemplativas, colaboran desde la propia espiritualidad en el servicio educativo, pastoral parroquial, orfanatos, atención de la salud, formación de agentes, medios de comunicación social, asilos, etc. Desde estos espacios se busca manifestar el amor y la misericordia de Dios con alegría, mirando la realidad con esperanza y colaborando en la construcción del Reino de Dios. El Papa Francisco con sus palabras y su testimonio, impulsó a ir al encuentro de los hombres y mujeres de hoy a la luz de dos elementos pastorales que tienen su raíz en la novedad del Evangelio: la cercanía y el encuentro, dos modos mediante los cuales Dios mismo se ha revelado en la historia hasta la Encarnación.